Como muchas cosas de las que vemos cotidianamente en nuestras vidas tienen detrás una historia y en algunos casos una leyenda, la cerveza no se escapa a este imaginativo popular que hoy os contamos, estamos seguros que después de leer esta interesante y fantástica leyenda ya no volveremos a ver a la cerveza tan ligeramente como antes. Además de poder alardear de saber cómo y quién invento la cerveza, mitológicamente hablando claro está, aunque creemos que esta versión es más divertida que la real.
En el pueblo cervecero belga de Frenes en Flandes, allá por el siglo XIII, existía un joven aprendiz de vidriero que llevaba por nombre Juan Primus y al que apodaban Gambrinus, este mozo estaba perdidamente enamorado de una bella joven llamada Fladrine, pero como el amor es caprichoso, la bella Fladrine no correspondía el amor del pobre Gambrinus.
Gambrinus desconsolado por el rechazo de su amada, no tuvo mejor idea que acabar con su vida, para ello el desahuciado joven se fue al bosque del pueblo, en donde se iba a ahorcar y acabar con su suplicio amoroso, pero justo en el preciso instante en el que iba a abandonar este mundo, Gambrinus tuvo una aparición. Se trataba del mismo diablo en persona, que había ascendido del infierno para ofrecerle un pacto a cambio de su alma. El pacto entre Satanás y Gambrinus consistía en que el príncipe de las tinieblas le daría los talentos y el don para ganar el amor de Flandrine y si no podía lograrlo, le enseñaría como olvidarla.
Utilizando sus oscuros poderes, Satán otorgó al joven gran suerte en los juegos de azar, lo que le convirtió en un hombre muy rico, pero Flandrine siguió como si nada. Más adelante lo convirtió en un excelso bailarín y músico de un instrumento llamado carillón, que todo aquel que escucha su música se ponía a bailar, pensando que de esta forma lograría atraer a su musa, pero una vez más no sucedió nada. Por más que el joven bailaba y tocaba, Flandrine con desdén lo evadía. El diablo entonces tuvo que echar mano de la segunda parte de su promesa, que consistía en enseñarle a olvidar su pena. Para tal efecto le enseñó a fabricar un amargo brebaje hecho de cebada, levadura y lúpulo, le enseñó a hacer cerveza. Poco después Gambrinus organizó una gran fiesta en la que dio de beber cerveza a todo el pueblo, descubriendo que mientras más bebían mas dulce sabia.
La bebida se hizo famosa y dio gran prestigio a Gambrinus mas allá de los limites del pueblo, obtuvo tanta fama que el Rey de Flandes le ofrece nombrarlo duque, señor o conde. Gambrinus declinó este ofrecimiento y prefirió quedarse con el título que el mismo pueblo le había dado: Rey de la Cerveza.
Ante este nuevo estatus de fama, fortuna y prestigio la antes evasiva Flandrine se acercó a Gambrinus queriendo hablarle, sin embargo éste al verla no la reconoce y solamente le ofrece una jarra de cerveza. La había olvidado completamente y desde entonces Gambrinus fue feliz al no recordar la esquiva doncella que había estado a punto de acabar con su vida.
Pero la historia no termina aquí, al poco tiempo aparece de nuevo el diablo reclamando su parte del trato, es decir su alma. Hábilmente Gambrinus le pide a Satanás un último deseo antes de irse con él: que le permita tocar por ultima vez su carillón el diablo acepta y cae en la trampa, ya que una vez que empezó a oir el sonido del instrumento comenzó a bailar y bailar sin poder parar a merced del mismo don que le había otorgado a cambio de su alma. Desesperado, el señor de las tinieblas suplica a Gambrinus que deje de tocar, pero éste pone una condición para hacerlo: rescindir el pacto que habían hecho. De esta manera el diablo huye derrotado y Gambrinus queda libre, rico y feliz. Algunos textos dicen que vivió 300 años bailando y tomando cerveza.
Hoy Gambrinus es el patrón no oficial de la cerveza en Bélgica, además de ser el nombre de una famosa cerveza belga y el logotipo de una famosa cerveza del sur de España.
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